La «típica» historia de que en tus manos acaba de regalo una «antigua» consola de videojuegos, que fue tu ilusión infantil por muchos años. Pero ahora no sabes qué hacer con ella.
No quiero creer que me haga mayor, me niego y me resisto. Sé que debería probarla y tengo la obligación de ello. Las ideas de venderla hay que descartarlas, pues los regalos son sagrados, incluso si fueron por circunstancias forzosas. Las opciones son usarla o guardarla hasta que coja polvo. Preferiría usarla, obviamente, pero no sé cómo empezar.
Hace ya una década, recuerdo que junto al hermano de una amiga jugábamos a un juego de terror, Dead Space, y no paro de pensar en que voy a acabar más aterrada de jugar mal que de los propios sustos de terror. Es una posibilidad completamente real.
En fin, que no sé qué hacer… ¿No es demasiado tarde para volverme gamer y cumplir una ilusión infantil? ¿O tal vez no sea ya lo mío y ese tren ya pasó?
