Me siento imparable. Después de haberme confeccionado varias prendas de ropa haciendo crochet/ganchillo, ahora he conseguido repararme un camisón que conseguí al mejor precio que existe: gratis. No, no lo recogí de la basura, mal pensados.
Ver ahora el fondo de armario con ropa de confección propia o arreglo propio hecho a mano es algo que me llena de inmensa satisfacción y autorealización personal. Es más, vamos a ir más lejos. Podría incluso lanzar mi propio sello de moda y acudir a las más exclusivas pasarelas de moda para promocionar mis prendas. Vale, eso quizás sea venirme muy arriba. Volvamos a la realidad.
La realidad es que independientemente de encontrarse en un momento de abundancia o de vacas flacas, siempre me hará feliz darle una segunda vida a algo bonito. Y este camisón lo es. Estoy feliz. Quiero compartir hoy esta felicidad.
Esto también es un recordatorio de que, por mal que a veces algunos vean las cosas, es muy probable que con voluntad y tiempo tenga arreglo. No hay que perder la esperanza.
Y por último, ahora que tengo este camisón, quiero convocar una fiesta del camisón. ¡A ver cuántos vienen!