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Tras la ruptura…

No diré que fue inmediata mi recuperación y salida del pozo de angustia en el que había caído. Pasó un tiempo. Me tuve que recomponer de la pena, asumir y avanzar. No obstante, aún con el final de la relación, todavía hay más que contar tras la ruptura…

Un mensaje dos años después

Un par de años después tras la ruptura vi un mensaje en mi WhatsApp. Era de Alberto. Sólo me saludaba y me preguntaba cómo estaba. Tras intercambiar unas frases cotidianas, decidí hacerle una pregunta directa. ¿Por qué seguía en esta extraña relación conmigo y concendió que viajara por él a su país si al final no le interesaba tanto? La respuesta fue “pues, me gustabas”. En mi percepción del mundo gustar a alguien es flirtear un poco y hacer algún que otro cumplido. Hacer un viaje de 12 mil kilómetros fuera de casa no era precisamente por gustar. Pero sólo era mi percepción, Alberto lo vio de otra manera. No volvimos a comunicarnos desde ese día.

Por qué preferí salir con un peruano antes que con rusos

Pueden preguntar por qué estaba tan locamente interesada en una persona que jamás había visto en la vida real en vez de centrarme en la gente local. La verdad es que esta sería la solución perfecta. Lamentablemente el famoso estereotipo de la falta de hombres en Rusia era bastante real en mi caso. En mi grupo de la universidad sólo había dos varones, todas las demás éramos chicas. Yo nunca era una persona suficientemente extrovertida como para salir y conocer gente en lugares públicos, era muy tímida y me sentía incómoda. Entonces el único sitio que me quedaba era Internet. Conocía la mala fama de las aplicaciones tipo Tinder, y en las páginas de practicar idiomas obviamente no tenía oportunidad de comunicarme con la gente de mi país, menos aún con la de mi pueblo.

Mi viaje a Perú
Me alegro de que algunas fotos sobrevivieron tras la ruptura. Esta en concreto me encanta.

También es importante mencionar que la situación en mi casa era tensa. A pesar de que en público aparentábamos como una familia normal y corriente, en privado todo parecía un infierno con escándalos cada semana, indiferencia, falta de comprensión, gritos, hasta peleas. Viví en este ambiente durante los largos años de mi adolescencia. Aprendí a no contar con el apoyo emocional de mi familia, a callarme los problemas y desgracias.

Lo único que me daba fuerzas es el sueño de conocer algún día a una persona que me sacaría de todo esto. Una persona que me daría el amor, cariño, seguridad física y emocional que me faltaban tanto. Sabía que apostaría todo y daría todo por una persona así. El primer hombre que mostraba la más mínima simpatía por mí ya se estaba convirtiendo en el héroe de mis sueños, en mi razón para vivir. Yo misma me inventé a Alberto. Al Alberto ideal que era capaz de amarme, cuidarme, salvarme. Mientras sólo existía un Alberto normal. Uno que evidentemente no era alguien que podría cumplir con todas mis esperanzas, tampoco estaba demasiado interesado en mí. Yo sólo era una opción para él, mientras para mí él era todo.

Conclusión

Así termina mi historia de amor no correspondido y relación fallida con un chico peruano. Felizmente no pasó nada malo, ni tras la ruptura hubo graves consecuencias, salvo el impacto emocional. Pero también a menudo pienso que pude haber disfrutado de ese maravilloso viaje a Perú muchísimo más si no estuviera gastando mi tiempo y recursos mentales en alguien que no estaba interesado en mí de verdad. Es más, quiero quedarme con lo mejor de ello, con la gente maravillosa a la que conocí y con la que aún mantengo contacto. ¡Gracias de todo corazón!

Hice una versión en vídeo sobre esto hace ya un tiempo:

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