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Mi gran viaje a Perú

Los meses antes de mi viaje a Perú pasaban muy lentos. Recuerdo soñar muchas veces con ya estar en Lima y poder abrazar a “mi chico ideal”. Seguíamos comunicándonos por un chat y una que otra llamada de voz. Esperaba poder tener todo su tiempo libre en el mes que estaba ahí. Bueno, no sucedió así.

Cuando salí de Moscú en el avión hacia París para hacer mi escala, me sentí tan feliz como nunca antes. ¡Mi gran sueño se hacía realidad! Fue también mi primer viaje sola y además tan lejos de casa.

La llegada

Cuando el avión aterrizó en Lima, ya estaba tan alterada que el corazón se me saltaba del pecho. Pasé todos los controles y al salir vi a Alberto que me recibía con una rosa. No pude creer que era él, parecía una criatura irreal, formada por mi imaginación. Nos dimos un abrazo e inmediatamente después conocí a sus amigos que nos llevaron hacia la casa que alquiler.

La verdad es que preparando mi viaje esperaba que Alberto me ofrecería su casa para hospedarme ese mes, pero nunca lo propuso. Cuando se lo pregunté directamente, dijo que no tenían sitio y además a su familia no les habría gustado la idea. No volví a insistir.

Estaba tan entusiasmada que hasta se me pasó escribirles a mis padres para avisarles de que había llegado bien. Lo hice en cuanto me acordé.

Mi viaje a Perú
Este ha sido sin duda uno de los viajes más importantes de mi vida y que no olvidaré

Las próximas dos semanas estaban llenas de felicidad y alegría para mí. Nos encontrábamos con Alberto casi todos los días después de su trabajo y los fines de semana los pasábamos juntos. Cuando él estaba ocupado trabajando, salía sola para mirar la ciudad. Ni siquiera me daba cuenta de los peligros que presentaba ir sola por algunos barrios que hasta los locales lo evitaban. Sólo quería esperar a que Alberto estuviera libre y pasear por los lugares donde él paseaba. Es todo lo que me importaba.

Cuando las vacaciones ya llegaban a su fin, me ponía más y más preocupada y triste. Le preguntaba a Alberto qué haríamos después de esto, qué planes haríamos para estar juntos. Él solía esquivar este tema, nunca me daba ninguna respuesta concreta. Decía que no quería pensar en algo tan lejano, que era mejor disfrutar el momento. Este comportamiento no me tranquilizaba nada.

El momento más triste

Un día cuando estábamos dándonos el abrazo de hasta luego en la habitación que me alquilé, decidí confesarle a Alberto lo que de verdad sentía por él. Le dije “te amo”. Pasaban los segundos, pero no sonaba ninguna respuesta. Luego Alberto simplemente se despidió y se marchó. Sentía que mi corazón se rompía en mil pedazos dentro de mí. No podía soportarlo. Pese a que era ya tarde y estaba oscuro, me fui a correr para poder lidiar con el estrés. Me daban igual los peligros. Todo me daba igual si mi amor no fue correspondido.

Al día siguiente Alberto me envió una imagen descargada de Internet con una frase que decía “Un “te amo” no se le dice a cualquiera. Debes sentirlo, valorarlo, cuidarlo y jamás traicionarlo.” Si algo podía ponerme aún más triste, fue aquella imagen en el chat de WhatsApp.

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