Yo era muy joven, y es en esta etapa cuando muchas cosas te marcan para siempre, o al menos por muchos años. Paseando con la bicicleta, arrollé a un crío que salió de entre los coches y me asusté muchísimo. Tras un tiempo, logré aceptar que sólo había sido un golpe sin importancia, pero si algo así hubiese pasado con un vehículo pesado, todo habría cambiado. Por lo que mi subconsciente me dijo: «conducir no es para ti», ¡que lo hagan otros!».
Llevo ya casi 3 años viviendo en España, y las cosas están cambiando… Quiero decir, llega ya un momento en que tengo que dar ese salto irremediablemente. Es como ir a clase durante un curso y pedir un bolígrafo prestado durante unos días porque no tengo uno. Pero pedirlo todos los días del año porque no quiero cargar con la responsabilidad de tenerlo empieza a ser vergonzoso.
Me sigue dando algo de miedo, pero lo estoy disfrutando. Por fin podré ir a sitios por donde no pasan las rutas de autobuses, y en horarios que no sean «definidos» (para desgracia, el transporte público tampoco es muy puntual). Y lo mejor es que ya no tendré que rogar que me lleven, pero también voy a tener que conseguir un coche… Sí, creo que por ahora ese es el punto débil del plan.